1/30/2013

Luces en la ventana


Luces en la ventana

Tobías era el niño más afortunado que había conocido jamás, ya que tenía dos padres que hubieran hecho cualquier cosa por él. Todas las mañanas veía a su padre salir de la casa para ir a trabajar, despidiéndose muy cariñosamente de su esposa e hijo. Minutos más tarde, la señora salía con Tobías y lo llevaba al parque, esto lo sé pues eran mis vecinos del frente.

Todas las mañanas me saludaban muy cordialmente al pasar por la calle, incluso algunas veces solía ir con ellos, pues era el mismo parque donde solía llevar a mi perro a pasear, un Golden Retriever muy manso que se alegraba siempre de ir acompañado por otras personas.Siempre dejaba que Tobías jugara con él, aunque desde mi perspectiva parecía ser mi perro quien jugaba con Tobías pues éste era considerablemente pequeño en comparación.

Debo admitir que jamás conocí personas tan felices como ellos, eran sencillos, no tenían mucho dinero pero tampoco habían carecido de él nunca, les gustaba siempre estar en compañía mutua y solían ser amables con todos los vecinos.

En más de una ocasión me invitaron a mí y a mi esposa a cenar. Recuerdo que una vez nos preguntaron cuando pensábamos tener nuestros propios hijos, no llevábamos mucho tiempo de casados en ese momento así que la simple pregunta nos dejo estupefactos durante unos segundos, pues nunca habíamos considerado en aquella posibilidad hasta aquel día.

El padre de Tobías solamente se rió y me dio unas palmadas amistosas en la espalda mientras me decía “realmente te cambian la forma de ver la vida ¿sabes?, no es algo para tomarlo a la ligera”.

Conforme los años pasaron me di cuenta de que Tobías poco a poco se convertiría en un niño muy inteligente, siempre sabia dar con la respuesta indicada sin importar la situación, pero lamentablemente también era muy enfermizo, era un niño bastante frágil pues cualquier tipo de resfriado hacia que no se levantara de la cama durante semanas.

Por esta razón su madre se había vuelto algo sobre protectora. Primero comenzaron pagándoles a tutores para que lo educaran en casa. Era lo más sensato que podían hacer ya que sus constantes recaídas harían que se perdiera de mucho del contenido escolar. Por lo tanto, su Padre tenía que trabajar el doble para pagarle su educación.