Luces
en la ventana
Tobías era el niño más
afortunado que había conocido jamás, ya que tenía dos padres que hubieran hecho
cualquier cosa por él. Todas las mañanas veía a su padre salir de la casa para
ir a trabajar, despidiéndose muy cariñosamente de su esposa e hijo. Minutos más
tarde, la señora salía con Tobías y lo llevaba al parque, esto lo sé pues eran
mis vecinos del frente.
Todas las mañanas me
saludaban muy cordialmente al pasar por la calle, incluso algunas veces solía
ir con ellos, pues era el mismo parque donde solía llevar a mi perro a pasear,
un Golden Retriever muy manso que se alegraba siempre de ir acompañado por
otras personas.Siempre dejaba que Tobías jugara con él, aunque desde mi perspectiva
parecía ser mi perro quien jugaba con Tobías pues éste era considerablemente
pequeño en comparación.
Debo admitir que jamás
conocí personas tan felices como ellos, eran sencillos, no tenían mucho dinero
pero tampoco habían carecido de él nunca, les gustaba siempre estar en compañía
mutua y solían ser amables con todos los vecinos.
En más de una ocasión
me invitaron a mí y a mi esposa a cenar. Recuerdo que una vez nos preguntaron
cuando pensábamos tener nuestros propios hijos, no llevábamos mucho tiempo de
casados en ese momento así que la simple pregunta nos dejo estupefactos durante
unos segundos, pues nunca habíamos considerado en aquella posibilidad hasta
aquel día.
El padre de Tobías
solamente se rió y me dio unas palmadas amistosas en la espalda mientras me
decía “realmente te cambian la forma de ver la vida ¿sabes?, no es algo para
tomarlo a la ligera”.
Conforme los años
pasaron me di cuenta de que Tobías poco a poco se convertiría en un niño muy
inteligente, siempre sabia dar con la respuesta indicada sin importar la
situación, pero lamentablemente también era muy enfermizo, era un niño bastante
frágil pues cualquier tipo de resfriado hacia que no se levantara de la cama
durante semanas.
Por esta razón su madre
se había vuelto algo sobre protectora. Primero comenzaron pagándoles a tutores para
que lo educaran en casa. Era lo más sensato que podían hacer ya que sus
constantes recaídas harían que se perdiera de mucho del contenido escolar. Por
lo tanto, su Padre tenía que trabajar el doble para pagarle su educación.