11/15/2012

El Mural de los Payasos.


El Mural de los Payasos.

-No creo que esto sea una buena idea, Marcos- Fue lo primero que le dije en cuanto vi que estaba a punto de rociar la pintura en aquel extraño mural.

Era más de la medianoche, como siempre, desde que empezamos a salir de nuestras casas a aquellas horas tan frecuentes solo para dedicarnos a graffitear. Aquella costumbre me absorbió durante mis primeros años de instituto, me cuesta explicar la razón de esto, quizás era la adrenalina que sentía al escaparme de casa junto con el miedo de ser descubierto, tal vez fue un simple amor natural al arte callejero o era el ego impulsado que recorría mi ser cada vez que veía un muro con una de mis obras, nunca fui capaz de contener aquella risita nerviosa que me invadía cada vez que esto pasaba.

Por mas infantil e inmaduro que resultara este pasatiempo no me importo en lo mas minino, ni a mí ni a Marcos nos importaba realmente lo que pudiera ocurrirnos. Para nosotros era un pequeño pedazo de libertad dentro de nuestras insignificantes vidas adolescentes que podíamos conseguir fácilmente, era una vía de escape perfecta contra padres y maestros, casi siempre infalible. Nos habíamos vuelto tan buenos en el hábito que terminamos quedándonos sin zonas blancas para arruinar.



 Excepto, claro, por aquel muro del que Marcos me había estado hablando las últimas semanas, era un mural bastante grande que casi siempre evitaba frecuentar al pasar por la calle, era uno que al parecer alguien mas había graffiteado, y no pudo haber sido cualquiera, tuvo que haber sido alguien realmente bueno, ya que la pintura era excepcionalmente realista y a la vez aterradora. Era un colorido retrato que te mostraba  una diversa cantidad de caras de payaso, cada una al lado de la otra y todas expresaban sentimientos diferentes, algunos eran de tragedia y otros de malicia, pero sin importar cuáles fueran, lo cierto es que todas ellas tenían la capacidad extraordinaria de despertar escalofríos muy escondidos dentro de mí.

Me reconfortaba el saber que no era el único al que le producía esta sensación, tanto a mi novia, como mi madre e incluso a mi padre les escuche referirse a él por términos como “abominable, espeluznante y repulsivo” nunca se les agoto la habilidad para encontrar los adjetivos que describieran aquella cosa. Pero Marcos parecía ser inmune a los efectos de la pintura.

En realidad, me había fijado que Marcos estaba empezando a inquietarse bastante, ahora que no tenía un lugar donde pudiera graffitear, y este sitio parecía ser una solución desesperada a sus problemas, nosotros siempre respetábamos la obra de otras personas, nunca nos atrevimos a poner nuestro arte por encima del de alguien más. Pero como dije anteriormente, nos estábamos quedando sin terreno de juego y la libertad cada vez se volvía menos frecuente.

Pasaron varios días hasta que por fin acepte acompañar a Marcos al mural, después de todo, yo también estaba empezando a aburrirme las últimas semanas, “es solo un dibujo en la pared, lo hemos hecho un millón de veces antes ¿Qué puede salir mal solo por esta vez?” me dije a mí mismo. Grave error de nuestra parte.
 Si aquella imagen ya lograba por si misma producirme un estado terror durante el día, imagínense mi impresión cuando por fin pude verla a luz de la luna.

Sin duda algo andaba mal esa noche, había algo en ese lugar que no me dejaba estar tranquilo, solo con ver ese mural, sabía que teníamos que irnos de ahí, que estábamos retando fuerzas que iban más allá de la rebeldía juvenil.

Si tan solo hubiera detenido la mano que Marcos tenia apoyada sobre la pared, pero estaba tan petrificado que apenas pude lograr que las palabras “No lo hagas” salieran de mi boca.

Pero ya era muy tarde, una de las caras de payaso cuya boca se encontraba abierta, comenzó a abrirse más y más, al principio pensé que solo se trataba de una ilusión o un sueño, quizás, pero me di cuenta que no podía serlo, porque aquel espectáculo infernal no se detuvo ahí, dientes afilados comenzaron a salir de alrededor de los labios y estos comenzaron girar sobre si mismos, como un gran desfile de cierras eléctricas, los ojos del rostro empezaron a brillar como dos grandes faros de color azul eléctrico, no escuche ningún sonido proveniente de la imagen, solo vi como la mano de Marcos comenzó a hundirse a través de la pared, como si esa boca gigante aspirara toda su existencia de este mundo, con una fuerza antinatural, el siguiente recuerdo que tengo es el de Marcos dentro de la boca, haciéndome muecas como las que hace alguien a punto de ahogarse, de pronto, me quede solo en la calle, todo ocurrió en cuestión de segundos pero para mí fue como si cada segundo hubiera pasado alrededor de un año.

Salí de ahí tan rápido como pude, llegue a mi casa con tanto estruendo que hice que todos despertaran al poco rato, pero solo me encontraron a mí, llorando y gritando de desesperación en mí cuarto.

¿Qué podía decir? Nadie me creería, estaba completamente solo esta vez. Revele mis actividades nocturnas y les dije que esa noche una pandilla de criminales nos encontró a ambos, uno de ellos disparo sin querer y fue Marcos quien recibió la marca, yo lo único que hice fue correr y dejarlo solo por su cuenta, como un maldito cobarde. Esta sería la versión de los hechos que contaría durante el resto de mi vida, la repetí una infinidad de veces a la policía, a mis padres, los padres de Marcos, nuestros amigos y profesores, lo repetí tanto que incluso intente empezar a creer en mi propia mentira, pero esto era imposible, nada en el mundo podía reemplazar las imágenes que vi esa noche.

Todos me creyeron sobre la muerte de Marcos, aunque nunca encontraron un cuerpo que lo comprobara, todos lo dieron por muerto y es muy probable que lo este, solo que no por las razones que les explique a los demás, jamás volví a hacer un graffiti en toda mi vida y he evitado a toda costa volver pasar por el mural de los payasos.

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